domingo, 21 de junio de 2015

¿CÓMO HACER SU EMPRESA MÁS PRODUCTIVA? 10 recomendaciones para que logre que su empresa sea cada vez más productiva.

Resultados, innovación y rendimiento, es lo que necesita implementar correctamente en su empresa, para que ésta logre un alto grado de rentabilidad y productividad. Siga los consejos.
La productividad, entendida como la relación que existe entre los recursos que una empresa invierte en su operación y los beneficios que obtiene de la misma, es un indicador fundamental en el análisis del estado de una compañía y la calidad de su gestión administrativa.
Por esta razón, es importante crear estrategias para mantener un ritmo adecuado, ver resultados efectivos y a un bajo costo.
1. ¡Bienvenida la modernidad! Estar en la nueva era no quiere decir que su empresa sólo deba incorporar la tecnología. Analice y busque las opciones que ofrece el mercado y modernice su aparato productivo, maquinaria, equipos, procesos y gestión.
Piense y proyecte su compañía hacia el futuro, de manera tal, que aumente su capacidad de adaptación al cambio y de mantenerse vigente, a través del tiempo.
2. Innovación a la altura de la competencia. Este pilar fundamental en la gestión de su empresa es el que contribuye al posicionamiento en el mercado.
¡No se quede resegado! la innovación le ayudará a analizar su modelo de negocio para encontrar alternativas novedosas para mejorar su gestión y hacer un uso óptimo de sus recursos. Las empresas pueden innovar en su aparato productivo, el uso de la tecnología y la gestión organizacional, entre otros aspectos, y ser más competitiva e incluso lograr el desarrollo de nuevos productos y servicios.

3. Personal a la altura. 
El capital humano de su empresa es su recurso más importante, por esto es clave que sus empleados se capaciten constantemente y adquieran nuevos conocimientos que les permitan seguir desarrollando habilidades para realizar eficaz y eficientemente las tareas que les corresponden en su empresa.
Capacitarlos, le ayudará a tener un buen nivel de motivación, productividad, integración y compromiso.
4. Administración por procesos, no por funcionesSi cada uno de sus colaboradores entiende que sus responsabilidades van más allá del simple cumplimiento de unas funciones específicas y que en realidad lo que importa es que los procesos en los que está involucrada la empresa se realicen, porque con ello se benefician todos, usted contará con un grupo de empleados comprometido y dispuesto a dar lo mejor de sí para ayudar a la empresa.

La administración de procesos, entre otras ventajas, le ayudará a solidificar la planeación, la calidad del trabajo, el desempeño general de la organización y el cumplimiento de los objetivos estratégicos.

5. Sea un motivador efectivo.
 Mantener a sus empleados motivados y con actitud positiva frente a las tareas diarias y el trabajo que desempeñan es clave para que todos los procesos en los cuales se encuentran involucrados sean más productivos.
Por esta razón, empiece a generar políticas y estrategias que velen por el bienestar y satisfacción de los empleados. Recuerde que la motivación no sólo hace referencia al salario o los beneficios económicos, también son las actividades y acciones que desarrollan las organizaciones en beneficio del capital humano (aniversarios, reconocimientos, capacitaciones, etc…)
6. Planee. Un elemento fundamental para la dirección de su empresa es la planeación estratégica, ya que ésta le ayudará a definir los objetivos, metas, estrategias, políticas y procedimientos que se desarrollarán en favor de la misma. Si quiere realizar una buena gestión directiva es importante que planee con tiempo y claridad el proyecto de vida de su empresa, contemplando su contexto y todos los actores que lo conforman.
7. Tiempo calculado. Un rasgo importante que comparten las personas y empresas exitosas es la adecuada gestión del tiempo. Para que su organización pueda ejecutar y llevar a cabo todas las actividades que se ha propuesto, debe organizar y priorizar tareas en función del tiempo.
8. Comunicación estratégica. Comunicación y productividad deben ir de la mano en esta estrategia, ya que por medio de una buena gestión de la comunicación interna y externa, usted podrá establecer planes de acción que apoyen la consecución de sus objetivos, mejorar el clima laboral, generar una buena reputación, dar a conocer a sus clientes su portafolio y coordinar adecuadamente el trabajo al interior de su empresa, entre muchas otras acciones beneficiosas para su ejercicio empresarial.

9. Administración inteligente del capital de trabajo.
 Una buena administración de su capital de trabajo garantiza la solvencia de su empresa, lo que le permite responder de forma oportuna con todas sus obligaciones financieras y generar condiciones favorables para negociar, tanto al momento de vender, como al momento de comprar.

10. Diversificación de mercados. 
Posiblemente cruzando las fronteras nacionales existen mercados que usted aún no sabe que son particularmente favorables para su negocio.
Abrase la posibilidad de incursionar en mercados internacionales y descubra vías para aumentar su rentabilidad y productividad, aprovechando las oportunidades que ofrecen los tratados comerciales.
Tomado de: http://ideasinversion.com/como-hacer-su-empresa-mas-productiva/

¿POR QUÉ LOS EMPRESARIOS NECESITAN CONSULTORES? Corresponde determinar qué necesita el emprendedor para desarrollar la idea de forma exitosa

Con frecuencia escuchamos en las noticias, o leemos en publicaciones empresariales, historias de empresarios visionarios y exitosos, personas que un buen día abandonaron sus estudios o presentaron la renuncia a su empleador para probar suerte como emprendedor.

Ahora bien, rara vez estas historias mencionan que se trata de casos excepcionales y que muchos emprendimientos no prosperan. Viene de pronto a la mente uno de esos comerciales de productos milagrosos para perder peso que al mostrar las fotos de “antes y después”, hacen aparecer un texto que señala: “Los resultados pueden variar”. 

Y sucede que en las revistas o programas televisivos sobre empresas no suelen incluir una leyenda que advierta que aquellos emprendimientos que muestran no son los resultados típicos, y posiblemente tampoco veremos un segmento dedicado a aquellos empresarios que no tuvieron éxito, aun siendo estos la abrumante mayoría.

Algunos estudios reportan que por lo menos 25% de los negocios habrán fracasado dentro del primer año de operaciones, y otro 25% habrán desaparecido para el cuarto año. Menos del 30% habrán sobrevivido su primera década. Estas cifras que parecen alarmantes varían de país en país, y son acentuadas en periodos de desaceleración económica, pero la tendencia es igual en cualquier lugar y momento. 

¿Por qué entonces siguen surgiendo emprendedores? 

La respuesta es sencilla: Porque hay emprendedores que triunfan. La pregunta realmente difícil de responder es: ¿Por qué algunos emprendedores triunfan y otros no?

Veamos un ejemplo: Tres jóvenes que hicieron juntos una carrera en la universidad se gradúan y deciden ser emprendedores. Los tres residen en la misma ciudad y tienen la misma idea para un negocio, así que deciden abrir cada uno su empresa. 

Ahora saltemos al futuro. El primero cerró sus puertas a los 8 meses, el segundo a los 2 años y medio, y el tercero, 7 años después, ha abierto varias sucursales del negocio y sus ventas equivalen al 60% del mercado local de su categoría de producto. Si el concepto, el producto y la clientela es igual ¿cómo entonces sólo uno de ellos es exitoso? 

Algunos lectores estarán pensando ahora mismo que la razón de la quiebra del primero fue la fuerte competencia que recibió de los otros dos, o sea, que las empresas se canibalizaron entre sí, sin embargo, la respuesta es más sencilla que eso: El primer emprendedor no supo estimar los gastos operativos y se quedó sin capital muy pronto. Cuando intentó buscar un socio capitalista ya era demasiado tarde, pues a los ojos de los inversionistas el negocio pasó de ser una idea que parecía destinada al éxito, a ser una empresa que no es rentable. 

Otros lectores llegaron muy rápido a esa conclusión, y decidieron analizar al segundo empresario. Dirán que la empresa tuvo un buen comienzo, pero luego la empresa pasó de moda y al disminuir su rentabilidad dejó de ser viable.  En realidad es así, los gustos de los consumidores cambiaron, pero cuando llegaron las primeras señales de esto, el segundo empresario tenía confianza en el producto que ofrecía y no le prestó atención a la situación, dejando pasar la oportunidad de realizar ajustes para complacer los gustos de su clientela.

Aquellos lectores que se atrevieron a adivinar pero no respondieron correctamente las razones del fracaso de estos empresarios,  realmente no se equivocaron en su teoría, pues volviendo a la pregunta difícil del por qué algunos emprendedores triunfan y otros no, no es que sea difícil dar con una respuesta, sino más bien lo que resulta difícil es determinar cuál de tantas posibles respuestas es la más atinada. Si hay algo cierto en el mundo de los negocios es que no hay una sola fórmula para el éxito, ni una sola para el fracaso. En esto los negocios se parecen mucho al ser humano.  

En el ser humano, si bien es posible morir accidentado, la vida con mayor frecuencia depende de nuestro sistema inmunológico.  Podemos nacer con condiciones congénitas que afectan dicho sistema, y además durante toda nuestra vida estamos expuestos a virus y bacterias que tienen el potencial de matarnos. A veces un virus no está presente en nuestro entorno, pero al viajar nos exponemos a un riesgo distinto al que nos habíamos acostumbrado, sin estar preparados para ello. 

¿Cómo sobrevive el hombre entonces a estos constantes ataques? No se trata de suerte; se trata de resistencia y la capacidad de adaptarnos, ya sea de forma natural porque generamos defensas para combatir la enfermedad, o deliberadamente, como cuando nos vacunamos o medicamos. Como mencioné arriba, los negocios y el ser humano se parecen.

Un negocio necesita tener un sistema inmunológico. Entre más robusto sea ese sistema, más probabilidades de sobrevivir tendrá. El emprendedor debe comprender esto, pero también debe comprender que por más precauciones que tome, los “accidentes” pueden suceder, y no hay garantía alguna de que el negocio sobrevivirá.  

Ahora bien, el hombre ciertamente tiene una sola vida y a ella se ve limitado, pero no así tiene un límite al número de emprendimientos que puede iniciar. Aquí es donde se introduce el concepto de “emprendedor en serie”. El emprendedor en serie reconoce que hay negocios destinados a fracasar, y por ello elabora múltiples ideas de negocio. De aquellas ideas, decide llevar algunas al mercado, y el resto las descarta o engaveta para volver a analizarlas en otro momento. De las ideas que lleva al mercado, reconoce que algunas inevitablemente van a terminar en fracaso, y al realizar esto obtiene una cualidad de suma importancia en el mundo de los negocios: No se desanima ante el fracaso. Del fracaso aprende y evita cometer el mismo error en sus otras empresas.

El empresario en serie suele tener otra cualidad importante: No deja las cosas a la suerte. Todo empresario enfrenta incontables decisiones desde el momento en que la idea se aloja en su cerebro. ¿Desarrollo la idea o no? ¿Invierto por mi cuenta o invito a socios? ¿Utilizo exclusivamente capital propio, o financio parte de lo necesario? ¿Estudio el mercado, o confío que hay un mercado cautivo para el producto que quiero lanzar (con las características que en mi mente he concebido que debe tener el producto)? ¿Mantengo la producción localmente o fabrico en el extranjero? etc., etc., etc.

Si el lector ahora mismo está pensando ¿Quién tiene tiempo para analizar todo esto?,  pues ciertamente no el emprendedor.   Es aquí donde las grandes empresas ponen a trabajar a los famosos equipos de R&D (“Research & Development”, o en Español, “Investigación y Desarrollo”).  Aquellos equipos analizan cada aspecto del producto conceptual (diseño, fabricación, comercialización, reemplazo, etc.) antes de invertir las sumas de dinero necesarias para llevar ese producto al mercado. 

Las pequeñas empresas y los nuevos emprendedores no cuentan con estos equipos, así que aquí es donde, finalmente señores lectores, entra el primer consultor que contratará el emprendedor. Digo el primero con justa razón, pues si la idea se materializa en una empresa, lo más seguro es que vaya a contratar una serie de consultores de allí en adelante. 

Ese primer consultor, al igual que un equipo de R&D, va a determinar si la idea es o no viable. Si no es viable sencillamente se hizo un pequeño gasto y se evitó una pérdida significativa más adelante. Si es viable, corresponde determinar qué necesita el emprendedor para desarrollar la idea de forma exitosa. 

Lo más seguro es que el consultor que contrate va a sugerir el tamaño de la inversión, la estrategia del negocio, y por supuesto, la contratación de consultores especialistas en otras áreas. Tenga en mente que no a todos los consultores se les llama así. Los reclutadores de personal, los corredores de seguros y los de bienes raíces, los contadores, los abogados, los publicistas; son todos consultores, cada cual especialista en un área particular. 

Volvamos al emprendedor en serie. Éste tipo de emprendedor, para ser exitoso, debe saber armar una empresa “auto-sostenible”. Con esto nos referimos a una empresa que no dependa de su presencia para operar de forma exitosa. La principal razón de esto es que cuando llegue la oportunidad de vender el negocio, lo último que quiere ese emprendedor es que el comprador le exija permanecer en el negocio por determinado tiempo. También debe poder manejar más de un emprendimiento a la vez, pues así cuando un negocio está listo para la venta, sus otros proyectos están operando y puede también ir preparando alguno de ellos para la venta. 

¿Qué implica “ir preparando (un negocio) para la venta”? 

Las empresas, al igual que el ser humano (otra similitud que comparten) tienen un ciclo de vida, y también igual que el ser humano, la longevidad varía de caso en caso. Una empresa exitosa no necesariamente es eterna. 

Estoy seguro que hay quienes en algún momento de los últimos dos siglos habrán invertido fortunas en la fabricación de productos con alta demanda tales como vagones de trenes o máquinas de escribir, pensando que eran productos que no tendrían sustituto y que la demanda crecería indefinidamente. Cuando se construyeron autopistas y las personas se empiezan a mover de una ciudad a otra en sus propios autos o en buses de pasajeros, y cuando la aviación comercial se convirtió en una realidad, estoy seguro que  algunos de esos inversionistas ferroviarios habrán salido de su inversión habiendo perdido algunos dólares, mientras que otros, al estilo de un buen capitán, se habrán hundido con el barco. 

Lo mismo habrá pasado con los que invirtieron en máquinas de escribir cuando llegaron al mercado los procesadores de palabras, las computadoras personales y las impresoras dot matrix. El caso más reciente de un barco hundido puede ser el de Kodak. Los hijos de varios lectores, como las mías, no tienen idea que es un rollo fotográfico, ni tampoco han escuchado el nombre Kodak. Tampoco han visto un casete de audio, ni visto un Walkman, pero por el contrario sí conocen el nombre “Sony” por los productos que comercializa la empresa hoy día.  

En mi juventud recuerdo haber insistido mucho a mi madre que me comprara un Walkman, uno de los productos más cotizados por los adolescentes de mi generación. Hoy en día no conozco nadie que tenga uno, aunque pocos años atrás noté que Sony lanzaba Reproductores MP3 bajo la línea Walkman para competir (sin éxito) con los iPod de Apple. Precisamente en estos días se conmemoraba que la línea Walkman había salido al mercado 35 años atrás, y recordé que hace unos meses recibí en mí smartphone una caricatura en la cual un Walkman de casete con barba blanca y bastón contaba de su juventud a sus nietos: Unos iPods.  Quizás la caricatura trata de decirnos que la forma más sencilla de explicarle a un niño hoy en día lo que es un Walkman, es decirle que es el abuelo del iPod. 

Lo que he querido plasmar con estos hechos es que una empresa no puede aferrarse a un producto, modelo de negocio o mercado específico por demasiado tiempo, y que los emprendedores tienen que saber cuándo vender para maximizar su retorno y el de sus inversionistas.

Cuando la decisión de vender está tomada, se suele contratar un último consultor que procura que los accionistas obtengan por la empresa la mayor cantidad de dinero posible. Ese consultor detectará y corregirá aquellos pequeños problemas que la gerencia nunca resolvió, lo cual es entendible pues estaba concentrada en aspectos más importantes. También se asegurará de realizar un análisis FODA, para luego acentuar las Fortalezas y Oportunidades, mientras minimiza las Debilidades y Amenazas. 

En Colombia al referirse a las empresas en venta usan mucho la analogía de que “la niña bonita es la que atrae la mayor cantidad de pretendientes”, y precisamente cuando se contrata un consultor al momento de la venta, está ejecutándose una estrategia para atraer más pretendientes. 
En resumen, las empresas necesitan de consultores desde antes de nacer, y la dependencia de consultores externos únicamente se reduce en la medida en que la empresa (o el emprendedor en serie) tenga los recursos suficientes para contratar su propio equipo de consultores internos que laboren a tiempo completo. Invertir en cualquier actividad comercial sin que especialistas lleven a cabo los análisis correspondientes, equivale a lanzar los dados…Mucha Suerte!
Alejandro Abood Alfaro
AVANT CONSULTING
alejandro@avantcsi.com
Tomado de: http://www.capital.com.pa/por-que-los-empresarios-necesitan-consultores/
El Autor es abogado de profesión, ex – Superintendente del Mercado de Valores y se dedica al asesoramiento empresarial.