martes, 6 de marzo de 2018

COMO DETECTAR A UN MAL JEFE (Y EVITAR SERLO)

Pocas son las personas que durante su experiencia laboral han podido evitar toparse con un mal jefe (o mala jefa).

Voy a listar algunas características para detectarlos, que también te pueden servir como autoanálisis si quieres saber si lo estás haciendo bien con la gente de tu equipo, o si podrías mejorar tu estilo de management.

No respeta tus valores
Cuando un jefe te pide hacer algo que va en contra de lo que consideras ético, suele ser una señal bastante preocupante respecto a su tipo de gestión. Desgraciadamente, los ejemplos abundan. Cuando una persona te obliga a mentir o a engañar a los demás, a esconder información o a hacer cualquier tipo de acción que no harías por motivos éticos si de ti dependiera, difícilmente puede ser un buen jefe.

Solo vive por el trabajo
Ya sabes a qué me refiero. Es este jefe que está en la oficina antes que nadie, se va el último, no para de presionar a todos por conseguir objetivos, te llama incluso los fines de semana para hablarte de trabajo, porque para él el trabajo es una prioridad absoluta. Está bien ser muy profesional y querer lograr objetivos, pero hay que saber respetar la privacidad de los demás, entender que no son máquinas y cuidarles.

Solo exige y critica
“Enhorabuena por tu trabajo”. Esa es la frase que nunca escucharás por parte de algunos jefes. Sin embargo, como no cumplas con lo que te habían encargado en el tiempo que te habían impartido, te lloverán las críticas. El resultado es que los miembros del equipo se sientan infravalorados y se desmotiven.

No escucha sugerencias
Desde el jefe que ni siquiera quiere escuchar tu opinión al que hace el simulacro de escucharte para luego hacer lo que había previsto desde el principio, hay muchos tipos de jefes que olvidan que varias personas reflexionando sobre un tema encuentran mejores soluciones que una sola. No tomar en cuenta las opiniones del equipo es un grave error, y una señal de mala gestión.

No muestra el ejemplo
En la dirección de equipos pasa un poco lo mismo que en la educación: los actos importan más que las palabras. Un buen jefe lidera por el ejemplo, un mal jefe exige a su equipo que haga cosas en contradicción total con su propio comportamiento.

Da tareas inútiles y que consumen tiempo
Aquí tengo que hacer un matiz. No siempre se tiene la información suficiente para saber si un trabajo que pide el jefe tiene sentido o no, así que no se puede rechazar cualquier tarea aparentemente inútil. Dicho eso, hay muchos jefes que exigen que se hagan cosas que consumen mucho trabajo y aportan poco o nada, a veces con el argumento de que “hay que hacerlo” como única explicación. Eso también desmotiva mucho al personal.

Trata a las personas de forma desigual o injusta
Esa es una característica delicada de valorar objetivamente, porque un empleado se puede sentir tratado de forma injusta cuando no es el caso. Sin embargo, hay casos muy obvios de favoritismos y tratos diferentes a personas que no se han ganado este trato por un mejor trabajo. Y también hay muchas veces que un mal jefe exige demasiado a una persona, y luego la “castiga”, sin reconocer nunca que él fue quién se equivocó.

No sabe comunicar
El liderazgo implica saber transmitir mensajes al equipo. No hace falta ser la persona más carismática del mundo para ser un buen jefe, pero una persona que no sabe comunicar debería trabajar sobre esta habilidad. Una mala comunicación lleva a la confusión y al incumplimiento de objetivos.

No reconoce sus errores
Un buen jefe no puede pasarse el tiempo disculpándose por los errores que ha cometido, pero tampoco puede negarlos. Los errores son una gran fuente de aprendizaje, y reconocerlos permite mejorar y conseguir grandes logros. Un mal jefe negará haberse equivocado y quizás eché la culpa a otra persona. Un buen jefe reconocerá que se ha equivocado, corregirá y seguirá adelante.

Es muy indeciso
Hay personas que se quedan bloqueadas frente a dos o más alternativas. No quieren equivocarse, y pasan días sopesando las ventajas e inconvenientes de cada opción. Está bien hacerlo para decisiones estratégicas con grandes consecuencias para la empresa o el departamento, pero no me refiero a eso, sino a cuando el jefe se bloquea y deja pasar oportunidades por falta d e decisión. Eso también es ser un mal jefe.

No tiene inteligencia emocional
Algunos jefes tienen reacciones totalmente desproporcionadas, se toman cualquier crítica como algo personal, o son incapaces de ver los estados de ánimos de los demás. Todo eso puede analizarse como una falta de inteligencia emocional. Por suerte, es algo sobre lo cual se puede trabajar y mejorar.

Como ven, hay muchas formas de ser un mal jefe. Evidentemente, nadie es perfecto, y seguro que hasta un buen jefe tiene un poquito de alguno de esos defectos. Lo importante es ser consciente y corregir las cosas para no caer en esos errores graves. Y recuerda que es mucho más fácil detectar a un mal jefe que darte cuenta de que tú mismo lo estás haciendo mal como jefe. La autocrítica siempre cuesta más.

Tomado de: http://crearmiempresa.es