martes, 25 de octubre de 2016

QUÉ ES LA CUARTA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL (Y QUÉ TIENE QUE VER CON LA TECNOLOGÍA DIGITAL)

A finales del siglo XVII fue la máquina de vapor. Esta vez, serán los robots integrados en sistemas ciberfísicos los responsables de una transformación radical. Los economistas le han puesto nombre: la cuarta revolución industrial. 
Marcada por la convergencia de tecnologías digitales, físicas y biológicas, anticipan que cambiará el mundo tal como lo conocemos. ¿Suena muy radical? Es que, de cumplirse los vaticinios, lo será. Y está ocurriendo, dicen, a gran escala y a toda velocidad.

"Estamos al borde de una revolución tecnológica que modificará fundamentalmente la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos. En su escala, alcance y complejidad, la transformación será distinta a cualquier cosa que el género humano haya experimentado antes", vaticina Klaus Schwab, autor del libro "La cuarta revolución industrial", publicado este año.

Los "nuevos poderes" del cambio vendrán de la mano de la ingeniería genética y las neurotecnologías, dos áreas que parecen crípticas y lejanas para el ciudadano de a pie.

Pero las repercusiones impactarán en cómo somos y nos relacionamos hasta en los rincones más lejanos del planeta: la revolución afectará "el mercado del empleo, el futuro del trabajo, la desigualdad en el ingreso" y sus coletazos impactarán la seguridad geopolítica y los marcos éticos.

La fábrica automática y muy, muy inteligente

Entonces, ¿de qué se trata el cambio y por qué hay quienes creen que se trata de una revolución? Lo importante, destacan los teóricos de la idea, es que no se trata de desarrollos, sino del encuentro de esos desarrollos. Y en ese sentido, representa un cambio de paradigma, en lugar de un paso más en la carrera tecnológica frenética.

"La cuarta revolución industrial no se define por un conjunto de tecnologías emergentes en sí mismas, sino por la transición hacia nuevos sistemas que están construidos sobre la infraestructura de la revolución digital (anterior)", dice Schwab, que es director ejecutivo del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) y uno de los principales entusiastas de la "revolución".

"Hay tres razones por las que las transformaciones actuales no representan una prolongación de la tercera revolución industrial, sino la llegada de una distinta: la velocidad, el alcance y el impacto en los sistemas. La velocidad de los avances actuales no tiene precedentes en la historia. Y está interfiriendo en casi todas las industrias de todos los países", apunta el WEF.

También llamada 4.0, la revolución sigue a los otros tres procesos históricos transformadores: la primera marcó el paso de la producción manual a la mecanizada, entre 1760 y 1830; la segunda, alrededor de 1850, trajo la electricidad y permitió la manufactura en masa. Para la tercera hubo que esperar a mediados del siglo XX, con la llegada de la electrónica y la tecnología de la información y las telecomunicaciones.

Ahora, el cuarto giro trae consigo una tendencia a la automatización total de la manufactura - su nombre proviene, de hecho, de un proyecto de estrategia de alta tecnología del gobierno de Alemania, sobre el que trabajan desde 2013 para llevar su producción a una total independencia de la mano de obra humana.

La automatización corre por cuenta de sistemas ciberfísicos, hechos posibles por la internet de la cosas y el cloud computing o computación en la nube. Los sistemas ciberfísicos, que combinan maquinaria física y tangible con procesos digitales, son capaces de tomar decisiones descentralizadas y de cooperar -entre ellos y con los humanos- mediante la internet de las cosas.

Lo que veremos, dicen los teóricos, es una "fábrica inteligente". Verdaderamente inteligente. El principio básico es que las empresas podrán crear redes inteligentes que podrán controlarse a sí mismas, a lo largo de toda la cadena de valor.

Los guarismos económicos son impactantes: según calculó la consultora Accenture en 2015, una versión a escala industrial de esta revolución podría agregar US$14,2 billones a la economía mundial en los próximos 15 años.

En el Foro de Davos, en enero de este año, hubo un anticipo de lo que los académicos más entusiastas tienen en la cabeza cuando hablan de Revolución 4.0: nanotecnologías, neurotecnologías, robots, inteligencia artificial, biotecnología, sistemas de almacenamiento de energía, drones e impresoras 3D serán sus artífices.

Pero serán también los gestores de una de las premisas más controvertidas del cambio: la cuarta revolución podría acabar con cinco millones de puestos de trabajo en los 15 países más industrializados del mundo.


Revolución, ¿para quién?

Son precisamente los países más avanzados los que encarnarán los cambios con mayor rapidez, pero a la vez los expertos destacan que son las economías emergentes las que podrán sacarle mayor beneficio.

La cuarta revolución tiene el potencial de elevar los niveles de ingreso globales y mejorar la calidad de vida de poblaciones enteras, apunta Schwab, las mismas que se han beneficiado con la llegada del mundo digital (y la posibilidad, por caso, de hacer pagos, escuchar música o pedir un taxi desde un celular ubicuo y barato).

Sin embargo, el proceso de transformación sólo beneficiará a quienes sean capaces de innovar y adaptarse.

"El futuro del empleo estará hecho de trabajos que no existen, en industrias que usan tecnologías nuevas, en condiciones planetarias que ningún ser humano jamás ha experimentado", resume David Ritter, CEO de Greenpeace Australia/Pacífico, en una columna sobre la cuarta revolución para el diario británico The Guardian.

Aunque los empresarios parecen entusiasmados -más que intimidados- por la magnitud del reto: un sondeo revela que 70% tiene expectativas positivas sobre la cuarta revolución industrial. Así se desprende del último Barómetro Global de Innovación, una medición que publica General Electric cada año y que recoge opiniones de más de 4000 líderes y personas interesadas en las transformaciones de 23 países.

Aunque la distribución regional es desigual y son los mercados emergentes de Asia principalmente los que están adoptando los cambios de manera más disruptiva que sus pares de economías desarrolladas.

"Ser disruptivo es el estándar de oro para ejecutivos y ciudadanos, pero sigue siendo un objetivo complicado de llevar a la práctica", reconoce el estudio.

Los peligros del cibermodelo

Así, no todos ven el futuro con optimismo: los sondeos reflejan las preocupaciones de empresarios por el "darwinismo tecnológico", donde aquellos que no se adapten no lograrán sobrevivir.

Y si ello ocurre a toda velocidad, como señalan los entusiastas de la cuarta revolución, el efecto puede ser más devastador que el que generó a su turno la tercera revolución.

"En el juego del desarrollo tecnológico, siempre hay perdedores. Y una de las formas de inequidad que más me preocupa es la de los valores. Hay un real riesgo de que la élite tecnocrática vea todos los cambios que vienen como una justificación de sus valores", le dice a BBC Mundo Elizabeth Garbee, investigadora de la Escuela para el Futuro de la Innovación en la Sociedad de la Universidad Estatal de Arizona (ASU).

"Ese tipo de ideología limita gravemente las perspectivas que se traen a la mesa a la hora de tomar decisiones (políticas), lo que a su vez exacerba la inequidad que ya vemos en el mundo hoy", agrega.

"Dado que mantener el status quo no es una opción, necesitamos un debate fundamental sobre la forma y los objetivos de esta nueva economía", apunta Ritter, que considera que debe haber un "debate democrático" en torno a los cambios tecnológicos.

Por una parte, hay quienes descreen que se trate de una cuarta revolución: es cierto que los cambios son muchos y muy profundos, pero el concepto fue por primera vez usado en 1940 (en un documento de una revista de Harvard titulado "La última oportunidad de Estados Unidos", que pintaba un futuro sombrío por el avance de la tecnología) y su uso representa una "pereza intelectual", dice Garbee.

Otros, más pragmáticos, alertan que la cuarta revolución no hará sino aumentar la desigualdad en el reparto del ingreso y traerá consigo toda clase de dilemas de seguridad geopolítica.

El mismo WEF reconoce que "los beneficios de la apertura están en riesgo" por medidas proteccionistas, especialmente barreras no tarifarias y normativas del comercio mundial, que se han exacerbado desde la crisis financiera de 2007: un desafío que la cuarta revolución deberá sortear si quiere entregar lo que promete.

"El entusiasmo no es injustificado, estas tecnologías representan avances asombrosos. Pero el entusiasmo no es excusa para la ingenuidad y la historia está plagada de ejemplos de cómo la tecnología pasa por encima de los marcos sociales, éticos y políticos que necesitamos para hacer buen uso de ella", remata Garbee.

Tomado de: http://www.lanacion.com.ar/

LA CUARTA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL, UN ENORME DESAFÍO PARA EL MUNDO

Choques que plataformas como Uber han tenido con legislaciones son apenas la punta del iceberg.
Por: Diego Alarcón

El futuro ya no es esa referencia lejana que dejaba mucho tiempo para pensar en la mejor manera de abordarlo. Hace apenas cuatro meses, Klaus Schwab, director y fundador del Foro Económico Mundial (FEM) –que reúne a potencias económicas, líderes y a varios de los capitales más poderosos del mundo– advertía en Davos (Suiza) que la Cuarta Revolución Industrial ya está marchando en el mundo y “el problema está en que ni los gobiernos ni la sociedad civil serán capaces de paliar los grandes desbarajustes que ocasionará este auténtico maremoto, que tendrá importantes consecuencias económicas, políticas y sociales a nivel mundial”.

Con la discusión puesta en esta nueva ‘revolución’, por el Foro desfiló una cifra escalofriante: en la próxima década el desarrollo de las industrias impulsadas por el avance de las nuevas tecnologías pondrá en riesgo el 47 por ciento de los empleos actuales en países como Estados Unidos.

La predicción pareció ir por el mismo camino de los vaticinios de John Chambers, presidente ejecutivo del gigante de las telecomunicaciones Cisco Systems, quien desde el año pasado viene insistiendo en que, si las empresas de hoy no se montan a la ola de las nuevas plataformas tecnológicas, el 40 por ciento de ellas terminará por ahogarse y desaparecer en solo una década.

Suena al apocalipsis, pero el propio Schwab (ver columna anexa) invitó a dedicar la última edición del FEM a pensar en conjunto y, muy seriamente, cómo estar a la altura del desafío y plantar cara, de la mejor manera, al terremoto que están ocasionando iniciativas como Uber y Airbnb, entre otras.

Se trata de un choque de modelos. O de estructuras. A finales del siglo XVIII el revuelo lo causaron las máquinas a vapor. Luego, en el XIX, la electricidad. A finales del siglo XX y principios del XXI, la automatización de las fábricas, la aparición de los computadores e internet. Y ahora, la que ha sido bautizada como la ‘cuarta revolución’ toca la campana avisando que es hora de montarse en el tren de la ‘internet de las cosas’, que es el concepto que, más allá de la red misma, abarca la posibilidad de que objetos, máquinas y personas interactúen remotamente en cualquier lugar y momento.

Los conflictos que Uber ha desatado con los taxistas tradicionales, que denuncian competencia desleal; el de Airbnb con el sector hotelero, que demanda más controles estatales, o el de Netflix con la televisión tradicional (en diversos países se estudia la posibilidad de cargar el servicio con un impuesto) son apenas algunos de los síntomas de las grandes transformaciones que está gatillando la tecnología en nuestro mundo.

Mientras tanto, la incapacidad de los sistemas legislativos y comerciales actuales para adaptarse a estos nuevos escenarios es tan evidente como dramática, ya que todavía se ve a varias sociedades debatiéndose entre la prohibición de estas apuestas y su funcionamiento sin ninguna regulación.

Sin embargo, mientras las naciones discuten, las nuevas plataformas no dejan de nacer, anticipando nuevas tormentas. En Estados Unidos y Europa ya existe TaskRabbit, una plataforma que tras ver la luz como una empresa de mensajería y domicilios, expandió sus servicios a proveer mano de obra para asuntos diversos como el aseo del hogar o la plomería, invitando incluso a sus usuarios a que tengan conocimientos en estas áreas a que se registren en ella para acudir a donde sean requeridos y ganar un dinero extra. El debate sobre la seguridad social de sus ‘trabajadores’ ya comenzó.

Otras como Turo, que ya funciona en toda Norteamérica, pone a disposición del usuario el alquiler de los automóviles que otros usuarios registran en las plataforma para ser usados en cualquier ciudad, lugar y momento. Si un pasajero aterriza en Nueva York, por ejemplo, bastará con que coordine con su contraparte la entrega del carro en el aeropuerto en vez de pagarles a las firmas de alquiler de siempre. La discusión sobre las pólizas especiales de seguros que deben pagar estos carros y sobre la compatibilidad de licencias de conducción también han estado sobre la mesa, así como la revisión de presuntas captaciones ilegales de dinero de las que son acusadas propuestas como LendingClub, que reúne dinero de sus usuarios para realizar a través de internet préstamos a costos más bajos que los de la banca tradicional.

La avalancha de este tipo de economías colaborativas es tan grande y el avance de las regulaciones tan lento que la fuerza del mercado y las soluciones de las necesidades de los clientes parecen imponerse por knock out, al punto que en casos como el colombiano la plataforma Cabify acaba de anunciar que competirá directamente con Uber en un país que aún no sabe a ciencia cierta si Uber es legal o ilegal.

Situaciones así son tan comunes ahora en el mundo que incluso Europa ya luce lista para dar el paso. Elzbieta Bienkowska, comisaria europea a cargo de temas de industria, afirmó esta semana que “no se puede prohibir totalmente una actividad solo para proteger modelos económicos existentes”. Y agregó: “La economía colaborativa puede constituir una oportunidad para los consumidores, los empresarios y el sector privado, con la condición de que sea fomentada de la manera correcta”.

Futuro cercano

“Vivimos pegados al status quo de la segunda revolución industrial y algo de la tercera”, asegura Alfredo Osorio, experto en emprendimientos digitales, quien desde su compañía Bomba Camp, en Chile, se dedica a apoyar económicamente ideas de emprendimiento con potencial, así como a asesorar a empresas tradicionales para que puedan entrar en la nueva era.

Según él, el mundo en pocos años será un lugar distinto: “Habrá autos que se conducen solos en algunas ciudades, la realidad virtual comenzará a cambiar para siempre la educación porque permitirá simular un montón de actividades y escenarios; la aplicación de las ‘neuronas robot’ permitirá controlar prótesis directamente desde el cerebro; las impresoras 3D permitirán hacer productos personalizados para los usuarios así como, incluso, dar origen a órganos artificiales que puedan reemplazar a los biológicos; y gracias al ‘big data’ –los datos que van dejando los usuarios en la red durante su interacción– las empresas tecnológicas no solo podrán diseñar mejores productos sino predecir lo que sus clientes buscarán en el futuro”.

El cambio que se viene es radical. El consumidor se enfocará en la senda ‘on demand’ (por demanda), consumiendo lo que quiere en el momento que quiere. Como asegura Marc Randolph, cofundador de Netflix, “una tendencia será la personalización profunda de los productos definida por las preferencias del cliente de acuerdo con lo que ve, lee y consume”.

Todo esto será posible gracias al ‘big data’, que, de acuerdo con Osorio, pronto permitirá también que instituciones bancarias entreguen préstamos solo estudiando la disciplina de los usuarios al pagar sus servicios en internet, lo que le supondrá a la banca tradicional la necesidad de suprimir sus departamentos de análisis del riesgo. De hecho, Osorio está tan convencido del cambio que apunta que el sistema financiero será totalmente distinto a de aquí a cinco años, con la progresiva desaparición de las sucursales y con el crecimiento de monedas netamente digitales, como el bitcóin.

En la cuarta revolución industrial, las nuevas empresas, como ya estamos viendo actualmente, se enfocarán más en encontrar valor al resolver las necesidades de las personas, tal y como lo sugiere el especialista británico Paul Mason, autor del libro Poscapitalismo: Hacia un nuevo futuro. A este escenario se suma el alcance global de internet y la posibilidad de llegar a un público diferenciado con servicios que se prestan de manera directa y que prescinden de intermediarios y largas cadenas de distribución. Solo de esta manera, por dar otro ejemplo, será posible que a través de una plataforma de venta online un emprendedor pueda competir directamente con grandes superficies sin necesidad de puntos de venta y con una mano de obra reducida, lo que al final se traducirá en la posibilidad de ofrecer mejores precios. Por realidades de este tipo es que algunos teóricos de la nueva economía han descrito a la ‘cuarta revolución’ como la era que democratizará el emprendimiento.

El nuevo capitalismo

¿Acaso este escenario económico no hubiera sido un sueño para el propio Adam Smith, un mundo con miles de actores ofreciendo y demandando continuamente? Posiblemente, pero más que el ápice capitalista, las trasformaciones de estos días podrían ser más una especie de reinicio del sistema mismo, una refundación que para expertos como Mason equivaldría a un cambio de modelo: la información y la conexión cambiarán para siempre la noción de trabajo, los mercados perderán las pautas usuales con las que hasta ahora han puesto sus precios y la producción colaborativa seguirá desafiando las estructuras jerárquicas que sustentan la economía de hoy.

La transformación está siendo tan aparatosa que empresas y gobiernos que se matricularon en la doctrina del libre comercio y promovieron tratados para implementarlo se ven hoy muy preocupados porque en ciertos sectores la propiedad intelectual está en peligro, los recursos no se están quedando en sus países, ni siquiera en sus regiones, y las industrias nacionales corren el riesgo de naufragar con un costo humano enorme a bordo.

Más allá de todo esto, la consigna del presente parece ser la de prepararse para los retos. De las políticas de los gobiernos en este tema dependerá no solo el crecimiento económico, sino también la disminución de la desigualdad entre naciones y ciudadanos. El Banco Mundial advirtió en un reciente informe sobre los dividendos digitales en el mundo que las plataformas de productos y servicios a bajos costos, al llegar a la gran escala, podrían fundar nuevos monopolios en internet para los que hasta ahora no existe regulación alguna.

La clave estará entonces en encontrar el equilibrio entre el control legal y el uso libre de internet, una plataforma sobre la que, hasta ahora, cualquier señal de interferencia estatal es tildada de intromisión indebida. “Lo primero que debemos procurar es no estigmatizar internet por los cataclismos que está causando y sería ingenuo también pensar en que los cambios legales deben venir para plataformas específicas y no para una nueva realidad. Al contrario, debemos ser conscientes de que esta es una oportunidad para replantearnos el contrato social”, explica Carolina Botero, directora de Fundación Karisma, una organización independiente dedicada a apoyar y difundir el buen uso de las tecnologías en los entornos digitales, sociales y de políticas públicas.

Para Osorio, lo único claro es que el horizonte está lejos de despejarse en este momento, caracterizado por el crecimiento exponencial que ha tenido la tecnología y la estupefacción de los gobiernos y las empresas tradicionales, a las que aconseja: “Sigan usando el modelo de negocio actual, pero generen una nueva área de exploración donde puedan hacer experimentos en paralelo, sucesivos, rápidos y baratos, que permitan comenzar a entender lo nuevo y encontrar nuevos esquemas de servicio y producción”.

Algo en lo que los expertos concuerdan es que el nuevo escenario no lo parará nada ni nadie y que al mundo se le vienen días complicados. Como escribió recientemente Larry Hatheway, economista jefe del grupo de gestión de capital GAM en Inglaterra: “Las nuevas formas de producir cosas a menudo matan a las viejas industrias y eliminan puestos de trabajo antes de que la totalidad de los beneficios del modelo sucesor de producción se haga realidad. Un cierto grado de violencia acompaña inevitablemente al progreso humano”.

Tomado de: http://www.eltiempo.com/

ANÁLISIS DE LA NORMA ISO 37001

Cuando hablamos de soborno nos referimos tanto al pago realizado a un oficial de policía para evitar una multa por exceso de velocidad o al pago de una gran suma de dinero para conseguir un contrato empresarial. 
El soborno es una lacra comercial sufrida en numerosos sectores y países.  La ISO 37001 pretende acabar con este tipo de prácticas en las empresas y organizaciones que implementen dicho sistema.

En base a estimaciones del Banco Mundial, se llega a pagar más de un trillón de dólares al año en sobornos. En muchas ocasiones, se entiende como una parte necesaria para lograr el negocio o evitar los tediosos trámites burocráticos.

Podemos definir a la norma ISO 37001 como un nuevo estándar de sistemas de lucha contra el soborno elaborada por la ISO, la Organización Internacional de Normalización, la cual se encarga del desarrollo y posterior publicación de estándares internacionales y que está formada por los organismos nacionales de normalización de 163 países miembros. Un total de más de 80 expertos procedentes de 28 países participantes, 16 países observadores y 7 organizaciones de enlace están involucrados en la redacción de la ISO 37001. El proyecto se encuentra actualmente en la etapa dos del borrador, por lo que el cronograma prevé la publicación de la norma a finales de este año 2016.

La ISO 37001 está diseñada para facilitar la implementación del Sistema de Gestión de Lucha contra el Soborno en una organización. En esta norma se detallan una serie de medidas que la organización debe implementar para tratar de evitar, localizar y abordar las malas prácticas comerciales de esta índole.

Esta norma puede ser implementada tanto por empresas pequeñas y medianas, como por grandes organizaciones, tanto en el sector público como en el privado. La ISO 37001 es una herramienta de carácter flexible que se adapta a las características de tamaño o naturaleza de la empresa y al nivel de riesgo de soborno que se enfrenta.

Cualquier organización, independientemente del país al que pertenezca, puede utilizar la ISO 37001 de forma que le ayude al cumplimiento tanto de las correctas prácticas internacionales como de los requisitos legales de lucha contra el soborno, propios de cada país en el que la organización desarrolle su actividad.

Exigencias y beneficios

Las medidas establecidas por la norma ISO 37001 deben de implementarse proporcional y razonablemente a una serie de factores relevantes, como el tamaño y la estructura de la empresa, la ubicación y sectores en los que opera, la naturaleza, escala y complejidad de sus actividades o el riesgo de soborno al que se expone, por lo que ello no va a suponer una burocracia innecesaria en la organización.

Entre estas medidas se incluye:

  • Adopción de una política de lucha contra el soborno, la cual necesitará del liderazgo de la alta dirección.
  • Nombramiento de una persona que supervise el cumplimiento de dicha política empresarial anti-soborno.
  • Capacitación al personal de la organización.
  • Realización de evaluaciones de riesgos de soborno.
  • Compromiso de la debida diligencia en los proyectos y las relaciones empresariales.
  • Implementación de diferentes controles financieros y comerciales.
  • Presentación de procedimientos e informes de investigación.
Entre los beneficios que puede aportar la ISO 37001 a la organización encontramos:
  • Ayuda en la aplicación del Sistema de Gestión de Lucha contra el Soborno o en la mejora de los controles existentes.
  • Ayuda a garantizar la implementación del Sistema de Gestión contra el Soborno a sus propietarios, inversionistas, clientes y otros socios comerciales, demostrando que la empresa ha implementado los controles internacionales contra el soborno.
  • En el supuesto caso de que se llevase a cabo una investigación, ayuda a proporcionar evidencia a los fiscales y tribunales de que la empresa ha utilizado los procedimientos necesarios para intentar prevenir el soborno.
Efectos del soborno

Según un estudio de Transparencia Internacional, el 27% de un total de 3.000 empresarios encuestados han declarado que en algún momento de su carrera empresarial han perdido negocios debido a los sobornos llevados a cabo por sus competidores. Algunos de los daños que causan este tipo de prácticas a los países, organizaciones y particulares son:
  • Disminución del crecimiento económico.
  • Desaliento de la inversión.
  • Marginación y restricción de los mercados globales.
  • Erosión del apoyo a la ayuda económica.
  • Reducción del nivel de vida de las personas.
Tomado de: https://www.isotools.org

MAS SOBRE ISO 37001 SISTEMA DE GESTIÓN ANTI SOBORNOS

El soborno es un riesgo comercial significativo en muchos países y sectores. Puede ser tan pequeño como el pago a un oficial de policía en una multa por exceso de velocidad o tan grande como el pago para ganar un contrato importante.
Esta norma busca erradicar estas prácticas en las organizaciones que implementen este sistema. Según estimaciones del Banco Mundial, anualmente se paga más de 1 trillón de dólares en sobornos. En muchos casos, se tolera como una parte necesaria para "conseguir el negocio" o "eludir los trámites burocráticos".

¿Qué es ISO 37001?

ISO 37001 es un nuevo estándar de sistemas de gestión anti-soborno que actualmente se encuentra en fase de desarrollo por la ISO. ISO es la Organización Internacional de Normalización, que desarrolla y publica estándares internacionales y que se compone de los organismos nacionales de normalización de 163 países miembros.

¿Cuál es el propósito de la norma ISO 37001?

ISO 37001 está diseñado para ayudar implementar un sistema de gestión anti-soborno en una organización. En él se especifica una serie de medidas que la organización debería implementar para ayudar a la organización a prevenir, detectar y abordar el soborno además proporciona orientación en relación con la aplicación del mismo.

¿Quién puede utilizar la norma ISO 37001?

ISO 37001 está diseñado para ser utilizado por organizaciones pequeñas, medianas y grandes en el sector público, privado o sin fines de lucro. Es una herramienta flexible que puede adaptarse en función del tamaño, la naturaleza de la organización y el riesgo de soborno al que se enfrenta.

¿En qué países se pueden utilizar ISO 37001?

ISO 37001 puede ser utilizado en cualquier país. Está diseñado para ayudar el cumplimiento por parte de la organización, tanto con las buenas prácticas internacionales como con los requisitos legales anti-soborno en todos los países en los que opere la organización.

¿Cuáles son los tipos de medidas exigidas por la norma ISO 37001?

ISO 37001 requiere que la organización implemente una serie de medidas de una manera proporcionada y razonable. Estos incluyen la adopción de una política anti-soborno, lo que requiere el liderazgo de la alta dirección, nombramiento de una persona para supervisar el cumplimiento contra el soborno, proporcionar capacitación al personal, realizar evaluaciones de riesgos de soborno, asumir  la debida diligencia en proyectos y relaciones de negocios, además de una implementación de controles financieros y comerciales así como la presentación de informes y procedimientos de investigación.

¿Cómo puede beneficiar a mi organización la norma ISO 37001?

(1) Ayuda a una organización en la aplicación de un sistema de gestión contra el soborno, o en la mejora de los controles existentes; (2) ayuda a asegurar la implementación del sistema anti-soborno a sus propietarios, inversionistas, clientes y otros socios comerciales, demostrando que la organización ha implementado los controles internacionales anti-soborno; (3) en el caso de una investigación, ayuda a proporcionar evidencia a los fiscales y/o tribunales de que la organización ha tomado los procedimientos necesarios para prevenir el soborno. 

¿ISO 37001 impondrá una burocracia innecesaria en mi organización?

No va a imponer una burocracia innecesaria en una organización, ya que requiere que las medidas contra el soborno sean implementadas de una manera razonable y proporcional a una serie de factores relevantes, como el tamaño y la estructura de la organización, ubicación y sectores en los que opera, la naturaleza, escala y complejidad de sus actividades, además de el riesgo de soborno que enfrenta.

¿Puede un tercero certificar el cumplimiento de la organización con la norma ISO 37001?

ISO 37001 es una norma de requisitos tipo A, por tanto es capaz de una certificación independiente.

¿Cuál es estado/fase y fecha de publicación de la norma ISO 37001?

Más de 80 expertos, procedentes de 28 países participantes, 16 países observadores y 7 organizaciones de enlace están involucrados en la redacción de la norma. El proyecto se encuentra actualmente en la etapa 2 del borrador. El cronograma prevé la publicación de la norma a finales de 2016.

Un mal económico

Según un estudio de Transparencia Internacional, un 27% de 3,000 empresarios encuestados informaron de que habían perdido negocios debido a los sobornos por parte de sus competidores. Estos son algunos de los daños causados por el soborno a los países, organizaciones y/o individuales:
  • Disminuye el crecimiento económico
  • Desalienta la inversión
  • Margina y restringe los mercados globales
  • Erosiona el apoyo a la ayuda económica
  • Pone una pesada carga económica sobre los pobres
  • Reduce el nivel de vida de las personas

¿Y tú, que opinas?; ¿Sería interesante que esta norma fuera una norma obligatoria en algunos sectores?. 

Esperamos que compartas este artículo y que hagas tus comentarios en este blog.

Tomado deISO.org citado en: https://www.globalstd.com/ 

QUÉ ES LA CUARTA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL Y POR QUÉ DEBERÍA INTERESARNOS?

A finales del siglo XVII fue la máquina de vapor. Esta vez, serán los robots integrados en sistemas ciberfísicos los responsables de una transformación radical.
Los economistas le han puesto nombre: la cuarta revolución industrial.

Marcada por la convergencia de tecnologías digitales, físicas y biológicas, anticipan que cambiará el mundo tal como lo conocemos.
Los sistemas ciberfísicos, capaces de comunicarse entre sí y con los humanos, están en el centro de la revolución en ciernes.
¿Suena muy radical? Es que, de cumplirse los vaticinios, lo será. Y está ocurriendo, dicen, a gran escala y a toda velocidad.

"Estamos al borde de una revolución tecnológica que modificará fundamentalmente la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos. En su escala, alcance y complejidad, la transformación será distinta a cualquier cosa que el género humano haya experimentado antes", vaticina Klaus Schwab, autor del libro "La cuarta revolución industrial", publicado este año.

Los "nuevos poderes" del cambio vendrán de la mano de la ingeniería genética y las neurotecnologías, dos áreas que parecen crípticas y lejanas para el ciudadano de a pie.

Pero las repercusiones impactarán en cómo somos y nos relacionamos hasta en los rincones más lejanos del planeta: la revolución afectará "el mercado del empleo, el futuro del trabajo, la desigualdad en el ingreso" y sus coletazos impactarán la seguridad geopolítica y los marcos éticos.
La manufactura cambiará de un modo radical y, con ella, el mundo del empleo.
La fábrica automática y muy, muy inteligente

Entonces, ¿de qué se trata el cambio y por qué hay quienes creen que se trata de una revolución?

Lo importante, destacan los teóricos de la idea, es que no se trata de desarrollos, sino del encuentro de esos desarrollos. Y en ese sentido, representa un cambio de paradigma, en lugar de un paso más en la carrera tecnológica frenética.

5 claves para entender la REVOLUCIÓN 4.0

1. Alemania fue el primer país en establecerla en la agenda de gobierno como "estrategia de alta tecnología"
2. Se basa en sistemas ciberfísicos, que combinan infraestructura física con software, sensores, nanotecnología, tecnología digital de comunicaciones
3. La internet de las cosas jugará un rol fundamental
4. Permitirá agregar US$$14,2 billones a la economía mundial en los próximos 15 años
5. Cambiará el mundo del empleo por completo y afectará a industrias en todo el planeta

"La cuarta revolución industrial, no se define por un conjunto de tecnologías emergentes en sí mismas, sino por la transición hacia nuevos sistemas que están construidos sobre la infraestructura de la revolución digital (anterior)", dice Schwab, que es director ejecutivo del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) y uno de los principales entusiastas de la "revolución".

"Hay tres razones por las que las transformaciones actuales no representan una prolongación de la tercera revolución industrial, sino la llegada de una distinta: la velocidad, el alcance y el impacto en los sistemas. La velocidad de los avances actuales no tiene precedentes en la historia… Y está interfiriendo en casi todas las industrias de todos los países", apunta el WEF.

También llamada 4.0, la revolución sigue a los otros tres procesos históricos transformadores: la primera marcó el paso de la producción manual a la mecanizada, entre 1760 y 1830; la segunda, alrededor de 1850, trajo la electricidad y permitió la manufactura en masa.
La primera revolución industrial permitió pasar a la producción mecanizada, gracias a novedades como el motor a vapor.
Para la tercera hubo que esperar a mediados del siglo XX, con la llegada de la electrónica y la tecnología de la información y las telecomunicaciones.

Ahora, el cuarto giro trae consigo una tendencia a la automatización total de la manufactura - su nombre proviene, de hecho, de un proyecto de estrategia de alta tecnología del gobierno de Alemania, sobre el que trabajan desde 2013 para llevar su producción a una total independencia de la mano de obra humana.

La automatización corre por cuenta de sistemas ciberfísicos, hechos posibles por el internet de la cosas y el cloud computing o nube.

Los sistemas ciberfísicos, que combinan maquinaria física y tangible con procesos digitales, son capaces de tomar decisiones descentralizadas y de cooperar -entre ellos y con los humanos- mediante el internet de las cosas.

Lo que veremos, dicen los teóricos, es una "fábrica inteligente". Verdaderamente inteligente.

¿Y qué pasará con el empleo?

El principio básico es que las empresas podrán crear redes inteligentes que podrán controlarse a sí mismas, a lo largo de toda la cadena de valor.

Los guarismos económicos son impactantes: según calculó la consultora Accenture en 2015, una versión a escala industrial de esta revolución podría agregar US$14,2 billones a la economía mundial en los próximos 15 años.

En el Foro de Davos, en enero de este año, hubo un anticipo de lo que los académicos más entusiastas tienen en la cabeza cuando hablan de Revolución 4.0: nanotecnologías, neurotecnologías, robots, inteligencia artificial, biotecnología, sistemas de almacenamiento de energía, drones e impresoras 3D serán sus artífices.

Pero serán también los gestores de una de las premisas más controvertidas del cambio: la cuarta revolución podría acabar con cinco millones de puestos de trabajo en los 15 países más industrializados del mundo.

Revolución, ¿para quién?

Son precisamente los países más avanzados los que encarnarán los cambios con mayor rapidez, pero a la vez los expertos destacan que son las economías emergentes las que podrán sacarle mayor beneficio.

La cuarta revolución tiene el potencial de elevar los niveles de ingreso globales y mejorar la calidad de vida de poblaciones enteras, apunta Schwab, las mismas que se han beneficiado con la llegada del mundo digital (y la posibilidad, por caso, de hacer pagos, escuchar música o pedir un taxi desde un celular ubicuo y barato).

Sin embargo, el proceso de transformación sólo beneficiará a quienes sean capaces de innovar y adaptarse.

"El futuro del empleo estará hecho de trabajos que no existen, en industrias que usan tecnologías nuevas, en condiciones planetarias que ningún ser humano jamás ha experimentado", resume David Ritter, CEO de Greenpeace Australia/Pacífico, en una columna sobre la cuarta revolución para el diario británico The Guardian.

Aunque los empresarios parecen entusiasmados - más que intimidados- por la magnitud del reto: un sondeo revela que 70% tiene expectativas positivas sobre la cuarta revolución industrial.

Así se desprende del último Barómetro Global de Innovación, una medición que publica General Electric cada año y que recoge opiniones de más de 4.000 líderes y personas interesadas en las transformaciones de 23 países.

LA CUARTA REVOLUCIÓN ¿Qué opinan los empresarios?

  • 70% de los ejecutivos tiene expectativas positivas
  • 85% cree que las innovaciones de los sistemas ciberfísicos serán beneficiosas
  • 64% está dispuesto a asumir los riesgos de innovar
  • 17% teme por el impacto negativo en los trabajadores. Barómetro Global de Innovación 2016, GE
Aunque la distribución regional es desigual y son los mercados emergentes de Asia principalmente los que están adoptando los cambios de manera más disruptiva que sus pares de economías desarrolladas.

"Ser disruptivo es el estándar de oro para ejecutivos y ciudadanos, pero sigue siendo un objetivo complicado de llevar a la práctica", reconoce el estudio.

Los peligros del cibermodelo

Así, no todos ven el futuro con optimismo: los sondeos reflejan las preocupaciones de empresarios por el "darwinismo tecnológico", donde aquellos que no se adapten no lograrán sobrevivir.

Y si ello ocurre a toda velocidad, como señalan los entusiastas de la cuarta revolución, el efecto puede ser más devastador que el que generó a su turno la tercera revolución.
La revolución tendrá que escribir una nueva relación entre los hombres y los robots. Pero detrás hay dilemas éticos y sociales por resolver, dicen los críticos.
 "En el juego del desarrollo tecnológico, siempre hay perdedores. Y una de las formas de inequidad que más me preocupa es la de los valores. Hay un real riesgo de que la élite tecnocrática vea todos los cambios que vienen como una justificación de sus valores", le dice a BBC Mundo Elizabeth Garbee, investigadora de la Escuela para el Futuro de la Innovación en la Sociedad de la Universidad Estatal de Arizona (ASU).

"Ese tipo de ideología limita gravemente las perspectivas que se traen a la mesa a la hora de tomar decisiones (políticas), lo que a su vez exacerba la inequidad que ya vemos en el mundo hoy", agrega.

"Dado que mantener el status quo no es una opción, necesitamos un debate fundamental sobre la forma y los objetivos de esta nueva economía", apunta Ritter, que considera que debe haber un "debate democrático" en torno a los cambios tecnológicos.
Los mercados emergentes de Asia están a la vanguardia de la cuarta revolución, dicen los expertos.
Por una parte, hay quienes descreen que se trate de una cuarta revolución: es cierto que los cambios son muchos y muy profundos, pero el concepto fue por primera vez usado en 1940 (en un documento de una revista de Harvard titulado "La última oportunidad de Estados Unidos", que pintaba un futuro sombrío por el avance de la tecnología) y su uso representa una "pereza intelectual", dice Garbee.

Otros, más pragmáticos, alertan que la cuarta revolución no hará sino aumentar la desigualdad en el reparto del ingreso y traerá consigo toda clase de dilemas de seguridad geopolítica.

El mismo WEF reconoce que "los beneficios de la apertura están en riesgo" por medidas proteccionistas, especialmente barreras no tarifarias y normativas del comercio mundial, que se han exacerbado desde la crisis financiera de 2007: un desafío que la cuarta revolución deberá sortear si quiere entregar lo que promete.

"El entusiasmo no es injustificado, estas tecnologías representan avances asombrosos. Pero el entusiasmo no es excusa para la ingenuidad y la historia está plagada de ejemplos de cómo la tecnología pasa por encima de los marcos sociales, éticos y políticos que necesitamos para hacer buen uso de ella", remata Garbee.

Tomado de: http://www.bbc.com/mundo/noticias