viernes, 21 de septiembre de 2018

LAS 2 MANERAS DE CRECER: TRANSPIRACIÓN E INSPIRACIÓN

La popular frase  atribuida a Thomas Edison que dice: “la genialidad es 1% de inspiración y 99% de transpiración”, se ha aplicado a una diversidad de ámbitos, desde la creatividad y la innovación, pasando por el trabajo científico, el éxito empresarial, y hasta la obra artística.

Por: José Miguel Benavente 

¿Necesita América Latina y el Caribe 1% de inspiración y 99% de transpiración para crecer y desarrollarse?

Si miramos los ingresos per cápita de los países como una carrera ciclística, vemos que mientras naciones de otras regiones se van sumando al pelotón del frente, los países de la región se encuentran bien atrás en la pista y pocos se perfilan para dejar su situación de rezago. La pregunta es, en un contexto en que todo el mundo se está moviendo, ¿qué hicieron los países parecidos a nosotros para alcanzar al grupo de adelante?

Transpiración
Existen dos formas de crecer económicamente hablando. Una es transpirando, lo que implica mucho ahorro, mucha inversión, mucha infraestructura, ampliar nuevas empresas, más empleo, independientemente del talento y la capacidad lograda a través de la educación.

En esto Latinoamérica ha hecho relativamente bien los deberes en los últimos 10 a 15 años, y explica por qué algunos países hoy estén liderando el pelotón de los países emergentes. Las tasas de ahorro e inversión han sido bastante altas, se han hecho muchas obras físicas, se han cumplido metas macroeconómicas, los precios estuvieron relativamente bien, se lograron bancos centrales independientes, por mencionar algunos éxitos. Lo que han hecho nuestros países es algo positivo, es una condición necesaria desarrollarnos. Pero continuar haciendo más de lo mismo, creciendo por transpiración, no es suficiente.

Inspiración
Los análisis de largo plazo sugieren que el hecho de moverse hacia adelante en el pelotón está casi en su totalidad vinculado al uso más inteligente de las herramientas y materiales con que se cuentan orientados al desarrollo nuevos productos, servicios y sectores que antes no tenían. Esta faceta del crecimiento es la otra forma de crecer, y que llamamos por inspiración.

Y el eje central sobre el cual descansa esta estrategia de desarrollo por inspiración es la innovación,  aunque muchas veces no se menciona en forma explícita o se desconoce dicho concepto. La innovación se entiende como el mecanismo de incorporación de nuevo conocimiento o el uso novedoso de conocimiento que ya se posee para generar valor. Valor no sólo para una empresa o para un sector productivo que pueden obtener mayor rentabilidad mediante la implementación de nuevas tecnologías o procesos, sino también generar valor para la sociedad como un todo a través de soluciones a sus problemáticas clave a través de  innovaciones en salud, seguridad, ambiente, organización de la ciudad, cambio social, entre otras.

Innovación
La forma de crear valor mediante innovaciones tiene múltiples formas o caminos. A través de la ciencia y la tecnología, que genera los conocimientos y avances técnicos necesarios para desarrollar nuevos productos, procesos y servicios. También mediante el emprendimiento, la aparición de nuevas empresas que establecen modelos de negocio para introducir estas innovaciones al mercado. Desde luego el sector privado por definición busca generar valor con lo que produce y ofrece buscando satisfacer necesidades no sólo de clientes nacionales sino también fuera de las fronteras del país. El Estado también puede constituirse en un jugador clave como productor de soluciones novedosas para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos en múltiples y complejas dimensiones.

Incorporar nuevo conocimiento en una sociedad no es tarea fácil. Y menos si dicho conocimiento se orienta a generar valor. De ahí la necesidad de confluencia de aportes de varios actores para buscar generar valor en la interacción entre ellos. A esto se refiere la idea de la Triple Hélice (en sí una innovación a partir del Triángulo de Sábato), a la confluencia del mundo público, el de las universidades y centros de investigación, y el de las empresas, para generar innovación.

América Latina y el Caribe
Desafortunadamente es en el esfuerzo de inspiración de cada uno de estos actores en el que nuestra región está más débil. Y lo peor de todo es que, a través del tiempo, hemos ido retrocediendo con respecto a los países que nos anteceden. En cada una de las formas que se utilizan para medir dicho esfuerzo, todos los países sin excepción estamos muy rezagados.

Se han hecho esfuerzos importantes no solo en inversión de recursos sino también en mejorar la institucionalidad para gestionar la inspiración, con la creación de ministerios, consejos nacionales, agrupaciones empresariales, redes universitarias y científicas orientadas a la innovación. Sin embargo, considerando la experiencia de otras partes del mundo, necesitamos más para darle sustentabilidad al desarrollo económico y humano de la región.

Tres puntos sobre la i

1) Quizá el aspecto faltante que más llama la atención no son los bajos esfuerzos que hacen cada uno de los agentes sino la falta de conexiones y vínculos entre ellos. Es aquí donde se puede dar un gran paso para vincular más cercanamente al mundo científico y académico con el productivo y social buscando generar nuevas ideas y que éstas  puedan transformarse en valor.

2) Es fundamental que el Estado busque complementariedades con el mundo productivo para desarrollar innovaciones, así como también solicite al mundo científico y tecnológico respuestas y propuestas de soluciones a problemas técnicos propios del quehacer del Estado. Sofisticar el Sistema Nacional de Innovación fue la estrategia que muchos países, hoy desarrollados,  utilizaron activamente.

3) Tanto la experiencia de estos países exitosos como la misma teoría económica nos muestran que existen diversas fallas que impiden que los ecosistemas de innovación florezcan bajo la sola mano invisible de la economía de mercado. De allí que todos los países, ricos y en desarrollo, capitalistas y de corte socialista inviertan recursos públicos en diferentes actividades relacionadas con la innovación.

No existe país en el planeta ni sociedad en la historia que haya mejorado la calidad de vida de sus ciudadanos sin haber incorporado nuevo conocimiento, innovación y productividad a sus actividades económicas, educativas y sociales. La receta de cómo hacer esta tarea no es única y está llena de obstáculos. Lo que sí está comprobado es que si bien la transpiración es un requisito, se trata de un camino de mucho más que 1% inspiración.

* José Miguel Benavente es Líder Técnico Principal en Tecnología e Innovación de la División de Competitividad e Innovación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), basado en Chile. Antes de unirse al BID en 2014, desarrolló una destacada carrera como profesor, investigador y autor en temas de desarrollo económico, innovación, productividad, I+D, pymes, emprendimiento y micro econometría, entre otros. También se desempeñó como consultor de organismos internacionales, consejero de gobierno y vicepresidente del Consejo Nacional de Innovación de Chile. José Miguel es Ingeniero Civil Industrial de la Universidad Católica de Valparaíso, máster en Economía de la Universidad de Chile, e igualmente master y PhD en Economía de la Universidad de Oxford (Inglaterra).

Tomado de: https://blogs.iadb.org

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