martes, 8 de octubre de 2019

DESAFÍOS Y PREMIOS, UNA BUENA COMBINACIÓN PARA INNOVAR

A las personas nos gusta cuando nos presentan un desafío, y tan solo la posibilidad de enfrentarlos con éxito, nos moviliza. Y si además nos prometen un premio al logro, doble incentivo. 

POR GABRIEL CASABURI Y NICOLÁS CAÑETE *

Esta combinación de desafío y premio ha sido aplicada para fomentar la innovación al menos desde el siglo XVIII, llevando al ingenio humano a superar retos muy importantes.
  • En 1714, y luego de un desastre marítimo que llevó a la perdida de unas 2000 vidas debido a las ineficientes tecnologías para calcular la longitud geográfica, el Parlamento Británico promulgó una ley que establecía el Longitude Prize, un premio que ofrecía 20.000 libras esterlinas -cifra enorme para la época- a quien pudiera resolver ese problema. Después de varias décadas y prototipos, el ganador de la mayor recompensa fue John Harrison, un relojero británico cuya solución fue el primer cronómetro marino de alta precisión.
  • Hacia el año 1795 Napoleón ofreció un premio de 12.000 francos a quien encuentre una manera de preservar mejor la comida. El chef francés Nicolás Appert se convertiría en 1809 en el ganador de este incentivo por desarrollar un revolucionario método de conservación de alimentos en envase cerrado, y culminó publicando un libro de divulgación al respecto.
  • Otra iniciativa inspiradora fue el Orteig Prize, que establecía la suma de 25.000 dólares para el primer aviador que cruzase el Atlántico en un solo vuelo. En 1927 Charles Lindberg se llevó el premio volando de Nueva York a París en la célebre aeronave “The Spirit of Saint Louis”. Se estima que, además de motivar una considerable divulgación e interés sobre la aviación, el premio estimuló inversiones por parte de los participantes de aproximadamente 16 dólares por cada dólar ofrecido. Y así podemos seguir contando muchos más ejemplos de este tipo.
Desde el siglo XVIII y hasta entrado el siglo XX, los premios se enfocaron en fomentar los esfuerzos de individuos que con ideas nuevas y audaces intentaban vencer desafíos que requirieran una combinación de ingenio y nuevas tecnologías, salpicado por algunas dosis de audacia personal. Cuando los procesos de innovación se fueron haciendo más sistémicos, fruto de esfuerzos conjuntos de laboratorios, universidades, empresas e investigadores, las políticas públicas de fomento a la innovación de alguna manera fueron sustituyendo a los premios como mecanismo de incentivos para enfrentar los grandes desafíos de la humanidad.

¿Qué son los premios de incentivo?
Los premios de incentivo a la innovación (inducement prizes en inglés) son competiciones abiertas en la que individuos o instituciones públicas y privadas, ofrecen una recompensa monetaria significativa a personas u organizaciones que obtengan soluciones a problemas previamente definidos, generalmente del ámbito científico y tecnológico, aunque también a desafíos sociales. A diferencia de los premios de reconocimiento como el Nobel, los premios de incentivo definen anticipadamente el reto con criterios claros y específicos sobre el avance o hazaña que se quiere lograr, para empujar la frontera de la tecnología y la innovación. Estos premios suelen tener varias etapas, que a su vez incluyen estímulos financieros y no financieros para las propuestas con mejores progresos.

Premios recientes
Desde hace un par de décadas, la idea de ofrecer premios para promover soluciones innovadoras a grandes desafíos se ha venido retomando. Al principio de la mano de individuos o empresas que ofrecían fondos propios para los premios, desde una mirada altruista, o alineada con sus intereses más generales.  Hoy en día se han sumado a esta revalorización instituciones públicas de varios países que los suman al menú de instrumentos con que fomentan la innovación.

En los Estados Unidos se generalizó su uso desde que en 2011 se sancionó la actualización de la ley “America Compite”, añadiendo una autorización para que los organismos públicos de ese país organizaran desafíos con premios para fomentar la innovación.  Desde entonces, distintas agencias de EEUU han organizado un total de 825 desafíos y ofrecieron USD 250 millones en premios a la innovación (Challenge.gov). En la Unión Europea, el programa Horizonte 2020 ya cuenta con 16 premios de incentivo, entre competiciones abiertas y cerradas. Un cálculo de McKinsey en 2009 ya estimaba el total de premios ofrecidos en el mundo entre 1000 y 2000 millones de dólares.

En octubre de 2004 el Ansari X Prize otorgó 10 millones de dólares al equipo que logró el reto con la SpaceShipOne (Foto / RenegadeAven Wikipedia). La tecnología fue licenciada a Richard Branson que creó Virgin Galactic, dando impulso a la industria espacial privada.
Recientemente ha habido desafíos muy difundidos. Por ejemplo, los lanzados por la Fundación X-Prize como el Ansari X Prize, de 10 millones de dólares, destinado a impulsar una industria espacial privada (lanzado en 1996 y logrado en 2004); o el Lunar X Prize, de 20 millones de dólares, para exploración lunar robótica, que si bien el desafío original no fue alcanzado en el tiempo establecido (2015 primero y 2018 después), en el esfuerzo por lograrlo se realizaron importantes avances tecnológicos por los equipos participantes. Entre muchos otros casos recientes podemos mencionar al DARPA Grand Challenge, un premio del Departamento de Defensa estadounidense enfocado en vehículos autónomos, los Millenium Prizes para resolver problemas complejos en matemática, el Netflix Prize para mejorar la predicción de las preferencias de los usuarios, o el nuevo Longitude Prize que aborda la resistencia a los antibióticos.

Fortalezas de los premios de innovación
¿Por qué esta nueva mirada? ¿Qué ofrece hoy un premio de incentivo que no ofrecen el resto de los instrumentos de las agencias de innovación, como los incentivos fiscales, subsidios o créditos blandos?  En primer lugar, su uso por parte de agencias públicas se conecta con dos ideas de promoción de la innovación que marcan las políticas públicas en países avanzados: la investigación orientada por misiones (y no solo por curiosidad) y la utilización de la compra pública para generar innovaciones que resuelvan problemas colectivos. Pero adicionalmente, los premios de incentivo también presentan las siguientes ventajas:

1. Moviliza actores diferentes
La manera en que se organizan los premios (pocas barreras de entrada) atrae una gran diversidad de talentos y actores que generalmente no forman parte de los sistemas nacionales de innovación a trabajar en investigación y desarrollo tecnológico. Esto ayuda a romper con un dilema de las políticas de innovación, que luego de un tiempo tienden a trabajar con un mismo número de universidades, empresas e investigadores.

2. Moviliza fondos adicionales
En respuesta al desafío del premio, los equipos que se anotan logran apalancar fondos adicionales, privados y públicos, que en algunos casos llegan a ser hasta más de 10 veces más que lo que ofrece el premio.

3. Crea incentivos extra
Muchos premios tienen un nivel de prestigio y de visibilidad tan altos, que los participantes valoran tanto o más que el premio en sí, mejorando el esfuerzo dedicado para desarrollar la solución al desafío propuesto.

4. Promueve mecanismos alternativos de colaboración
La experiencia de los premios más grandes que se otorgan, como los que gestiona la organización X-Prize, muestra que se generan equipos multidisciplinarios y multi-país alrededor del desafío común. Este tipo de colaboración es esencial a los procesos innovadores en la actualidad, pero los instrumentos de promoción tradicionales no han resultado tan efectivos para promoverlo.

5. Mejora conciencia pública sobre la innovación
La amplia publicidad y divulgación que tienen los premios a grandes desafíos tiende a aumentar la percepción pública sobre la importancia de la ciencia, tecnología e innovación para la economía y la sociedad.

Estos atributos son suficientemente importantes como para que las agendas de innovación de América Latina consideren la utilización de este instrumento. En Estados Unidos, donde el uso de premios se ha extendido en los últimos años, la política pública lo fomentó principalmente a través de dos pilares. Por un lado, generando el marco legal adecuado: desde 2003 se cambió la legislación para que las diferentes agencias públicas pudieran utilizar fondos públicos para organizar los premios, y en 2011 se actualizó una ley de innovación (America Competes Act) incentivando más a las agencias públicas a utilizar el instrumento. Por otro, facilitando la tarea: los gobiernos estadounidense y británico crearon plataformas como challenge.gov y challengeprizecenter.org, respectivamente, para ayudar a todas aquellas agencias e instituciones que quieran montar premios por desafíos.

¿Son útiles siempre?
Remarcar el valor de los premios de incentivo en el contexto actual no significa que sean útiles en cualquier circunstancia, o que no conlleven riesgos o restricciones para su implementación exitosa. Son muy útiles en contextos en los cuales hay buenas condiciones preexistentes para la innovación: capacidades de investigación y laboratorios relevantes, trayectorias previas de innovación, y acceso a financiamiento de riesgo que adelante los fondos que luego se intentarán recuperar mediante el premio. Es clave mencionar que solo algunos desafíos y problemas actuales son susceptibles de ser encarados con esta metodología; se debe ser muy cuidadoso en encontrar desafíos que sean entusiasmantes y relevantes, por un lado, pero a su vez relativamente realistas en posibilidades de alcanzarlo.

Igualmente es crucial que hayan reglas muy claras para la participación, y en particular para la definición de los derechos de propiedad intelectual resultantes del esfuerzo en la competencia. Finalmente, los premios también pueden llevar a una duplicación de esfuerzos entre los equipos que compiten, algo que otros mecanismos de incentivos a la colaboración para superar desafíos no presentan.

Estos premios pueden ser altamente efectivos, pero requieren recursos, conocimiento del mecanismo y capacidades de diseño y gestión, para abordar el problema correcto, atraer a los participantes más capaces de resolverlo y lograr los resultados esperados.

En América Latina y el Caribe hay temas y contextos en los que resultaría muy útil y refrescante promover premios de incentivo a quienes logren resolver grandes desafíos de nuestros países. En Chile, por ejemplo, con el apoyo del Consejo Nacional de Innovación para el Desarrollo (CNID), cuatro grandes empresas mineras y la Fundación X-Prize están en etapas avanzadas de diseño del Zero Mining Waste Prize, un gran desafío de innovación para reducir significativamente la huella ambiental de la industria del cobre. ¿Qué otras iniciativas conoces?

En el BID estamos continuamente explorando nuevas estrategias para fomentar la innovación. En los últimos años, los premios de incentivo han resurgido con fuerza y, aunque falta mucho, cada vez hay más evidencia sobre sus ventajas y desventajas. Su uso puede ser una alternativa o complemento a otros mecanismos existentes, para encontrar soluciones a problemas que, aún cuando se presenten en otras partes del mundo, tengan una presencia particularmente marcada en nuestros países. Podríamos pensar en la violencia urbana, la seguridad vial, la electrificación rural o enfermedades como el Mal de Chagas, que es endémica en 21 países de la región.

Con el talento emprendedor y las capacidades tecnológicas acumuladas en cada país, un buen esquema de premios y desafíos seguramente va a permitir encontrar soluciones muy novedosas a nuestros viejos problemas. Y tú, ¿qué ideas tienes para enfrentar los grandes desafíos que afectan a nuestra región?

*Gabriel Casaburi obtuvo su Master en Ciencias Sociales de FLACSO, así como un Master en Relaciones Internacionales y un Doctorado en Economía Política, ambos en la Universidad de Yale. Actualmente es Especialista Líder del Sector Privado en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en la División de Competitividad, Tecnología e Innovación. Antes de unirse al Banco, fue coordinador de programas para Pymes del Ministerio de Economía de Argentina, y Subsecretario de Desarrollo Productivo del mismo ministerio. Fue investigador principal del instituto de políticas públicas IERAL, profesor de la Universidad Di Tella y consultor para organismos internacionales en áreas de desarrollo del sector privado y comercio internacional, temas sobre los cuales ha publicado varios libros y artículos.

Nicolás Cañete desde julio de 2014 es consultor en la División de Competitividad e Innovación del BID, donde edita el Blog "Puntos sobre la i" e impulsa iniciativas de comunicación en la temática de ciencia, tecnología, innovación y emprendimiento. En el BID también trabaja en el diseño y gestión de proyectos de innovación social del Innovation Lab (I-Lab), una plataforma en donde los problemas son convertidos en soluciones de impacto a través de concursos, hackatones y otras metodologías de innovación abierta. Previamente trabajó para la Universidad Católica de Asunción y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) de Paraguay en áreas de prensa, divulgación y gestión de proyectos. Graduado por la Universidad Católica de Asunción, Nicolás cuenta con una maestría en comunicación de la Universidad Estatal de Carolina del Norte (Estados Unidos).

Tomado de: https://blogs.iadb.org

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