En épocas de crisis, la calidad es la diferencia, pero ¿cómo conseguirla si está comprobado que al no lograrlo se consume entre 5 y 35% de las ventas anuales?
Muchas organizaciones se enfocan en la cuestión del rediseño de un producto o servicio; existen aquellas que optan por dirigir la estrategia hacia aquellos aspectos relacionados con los costos, sin embargo, muy pocas son las que se centran en la calidad como el eje para elevar su competitividad y, de esta manera, lograr mayores niveles de crecimiento.
Si bien es cierto que aún permea la idea de que contar con un sistema de gestión de calidad es un gasto más que una inversión, también debe valorarse cuáles son los costos de la “no calidad”.
Actualmente existen datos que indican que los costos de la no calidad representan una proporción aproximada de entre el 5 y el 45 % sobre las ventas anuales de las organizaciones, lo que sin duda plantea un importante reto, sobre todo para las empresas mexicanas que buscan incrementar su competitividad en un periodo de recesión económica.
Bajo esta perspectiva, resulta relevante considerar que la calidad debe verse como un proyecto de largo plazo y como un agente de cambio en las organizaciones, debido a que cada vez se vuelve más relevante como factor que determina las posibilidades de realizar negocios, tanto en el mercado local como a nivel internacional.
Al establecer prácticas y estándares de operación similares, es posible tener una mayor integración de las cadenas de producción. Es importante analizar de qué manera la organización va a obtener una mejora, un beneficio, y qué procesos serán mucho más eficientes, es decir, se disminuyen los errores, se controlan y se mejoran.
Adicionalmente, existe mayor comunicación entre los diferentes niveles de la organización debido a que hay claridad respecto a los objetivos que se deben alcanzar; en consecuencia, se genera un servicio al cliente mucho más eficiente. Una organización que opera bajo sistemas de gestión de calidad, más allá de cumplir con alguna norma o lineamiento, se vuelve mucho más atractiva en el mercado.
De acuerdo con cifras del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), del año 2000 al 2013, sólo 1% de las empresas del país cuentan con certificados de estándares de control de calidad; y en términos globales, según indica el Instituto Mexicano de Control de Calidad (IMECCA), 70% de las empresas en México no invierten en ningún indicador de calidad.
¿Pero qué se requiere trabajar para revertir dichos indicadores?
De inicio, pensar si se desea contar con una organización altamente competitiva; en segundo término, preguntar de qué manera va a potenciar las capacidades y resultados de la empresa con el apoyo de un sistema de gestión de calidad; finalmente, analizar de qué manera debe transformarse la organización cuando empiece a operar bajo un sistema de esta naturaleza.
A partir de ese momento, la compañía dejará de atender este tipo de situaciones sólo por un mero tema de cumplimiento y se convertirá en parte de la cultura de la organización de la compañía, la cual deberá permear a empleados, clientes, e incluso, socios de negocio.
Operar bajo un sistema de calidad, más allá de los beneficios económicos que le genera a la organización, se traduce en mayor confianza y seguridad por parte del cliente hacia la eorganización, debido a que éste tiene la certeza de que es una organización que trabaja bajo una perspectiva de mejora continua. Por su parte, la compañía cuenta con los elementos necesarios para documentar procesos relacionados con la calidad.
Si se tiene claro el punto de partida de la empresa, va a ser posible dar seguimiento a los beneficios puntuales que se obtienen después de implementar un sistema de gestión.
En términos prácticos, existen cuatro aspectos clave en los que las organizaciones pueden observar las ventajas que les brinda operar bajo un sistema de calidad:
1) Relación con clientes: reducción de quejas y, en consecuencia, incremento de la rentabilidad de la empresa y de sus productos y servicios.
2) Cadena productiva: optimización de procesos y eficiencia de tiempo.
3) Proveedores o socios estratégicos: reducción de costos por mal desempeño de materia prima.
4) Empleados: reducción de costos por rotación de personal y por accidentes, y
5) Control y medición: A los procesos estratégicos y a las salidas que éstos entregan al siguiente proceso o al cliente final.
Durante los 20 años que TÜV Rheinland tiene operando en el mercado mexicano, hemos identificado que cada vez es mayor el número de organizaciones que operan bajo una perspectiva de calidad como un elemento clave para la estrategia del negocio, sin embargo, aún existen áreas de oportunidad, sobre todo en la percepción que se tiene sobre los sistemas enfocados a este tipo de prácticas.
No debemos olvidar que en épocas de crisis, la calidad es la diferencia.
Tomado de: http://www.grandespymes.com.ar/2013/11/24/cuales-son-los-costos-de-la-no-calidad/