Las instituciones de educación superior son una más de las organizaciones que se han visto fuertemente afectadas por la crisis sanitaria de carácter planetario, que mantiene a nuestro país con inéditas restricciones de movimiento y reunión.
Este contexto de restricciones ha obligado a las instituciones a apelar a la creatividad, a la flexibilidad en el más amplio sentido de la palabra y sobre todo al uso intensivo de las tecnologías de información y comunicación para mantener la continuidad de la gestión institucional, tanto en los ámbitos de la administración y gobierno como en la docencia, y según sea la definición misional de la institución, también en el desarrollo de investigación y la vinculación con el medio.
La administración y gobierno de las instituciones han adoptado el teletrabajo de manera tal de mantener su funcionamiento. Por su parte, un número importante de investigadores de distintas áreas han dispuesto sus laboratorios y experiencia en apoyo al Estado en la gestión de la emergencia.
Las actividades de vinculación con el medio se han enfocado en la difusión de eventos científicos, artísticos y culturales en general, que además de enriquecer el acervo cultural de la sociedad, ayudan comprender mejor la situación que vivimos, y por supuesto a sobrellevar el confinamiento que vive una parte importante de la población. Sin embargo, la respuesta más importante y de mayor impacto ha sido el tránsito de la docencia presencial a una docencia a distancia con uso de tecnología, la que se ha catalogado como docencia no presencial de emergencia.
Esta situación se constituye en una oportunidad para que las instituciones pongan en juego su sistema interno de aseguramiento de la calidad, el cual debe operar para garantizar el cumplimiento de las definiciones institucionales aún en tiempos excepcionales. Así, sólo a modo de ejemplo, un sistema interno de aseguramiento de la calidad debiera contener al menos estas dos dimensiones:
a) La evaluación de la efectividad institucional, que incluye el monitoreo de los procesos estratégicos, como el gobierno corporativo, la planificación estratégica, gestión financiera y gestión de la calidad, con los correspondientes ajustes.
b) Evaluación de la efectividad de los procesos misionales, los que como mínimo comprenden la formación de pregrado y todos los subprocesos necesarios para asegurar el cumplimiento de los perfiles de egreso, o en otras palabras para garantizar que los estudiantes logren los aprendizajes prescritos en el perfil de egreso de las carreras que siguen. En este marco de evaluación de la efectividad de los procesos misionales, se debe considerar también, dependiendo de la declaración misional de la institución, la gestión y resultados del postgrado, la investigación y la vinculación con el medio.
Para mantener en funcionamiento los mecanismos de aseguramiento de calidad de ambas dimensiones, es clave definir y articular, idealmente en un mapa, el conjunto de procesos que dan cuenta, tanto de la gestión estratégica institucional, como de los procesos misionales. Asimismo, es de vital relevancia considerar mecanismos de evaluación y ajuste, aspectos claves a la hora de garantizar la adecuación de los proyectos institucionales a los contextos regionales o nacionales en los que se insertan.
Hoy las instituciones viven una fuerte presión sobre la gestión financiera, lo que, sumado a la incertidumbre sobre la evolución de la pandemia y sus consecuencias, obligan a tomar decisiones que sin duda derivarán en una revisión sustantiva de los planes de desarrollo. Esta revisión será uno de los ejercicios de mayor relevancia entre los mecanismos de aseguramiento de calidad, pues no solo pondrá a prueba la capacidad de ajuste institucional, sino también la sustentabilidad en el mediano y largo plazo.
En cuanto a la docencia de emergencia, utilizando variadas plataformas tecnológicas, la existencia de un mapa de procesos, facilita gestionar con relativa normalidad aquellos relacionados con el levantamiento y evaluación de logro perfiles de egreso y gestión del currículo, para concentrase en aquellos nuevos elementos derivados de la docencia a distancia, tales como disponibilidad de una adecuada plataforma de comunicación con los estudiantes, capacitación de los docentes y estudiantes y encuestas de satisfacción para la mejora continua, entre otros. Esto demanda un sistema flexible, para evitar mayores dificultades en adaptarse.
En síntesis, la oportunidad de salir adelante de esta crisis, supone fortalecer los procesos de planificación e incorporar nuevos mecanismos de aseguramiento de calidad a fin de garantizar por una parte la sustentabilidad institucional y por otra, asegurar los aprendizajes estudiantiles en el nuevo contexto de docencia a distancia. Para ello, resultan clave tanto la capacidad de ajuste de las instituciones como los grados de flexibilidad de los sistemas de calidad que permitan adecuarse a esta nueva realidad.
Tomado de: https://aequalis.cl/