El pensamiento estratégico es una de las principales competencias que se debemos desarrollar, no solo a nivel profesional sino también en lo personal. El saber dónde estamos, para dónde queremos ir y cómo visualizamos el futuro.
Por JAIME BÁRCENAS
Cuando hablamos de modelos de pensamiento, estamos refiriéndonos a una destreza y dedicación que no tiene una forma definida pero que se encuentra en la mente de quien la impulsa. Por esta razón, cuando se traduce a un lenguaje cotidiano puede tener incomprensiones, que se resuelven en el momento en el que los conceptos van tomando una forma explícita y se pueden comunicar; hasta tanto no se logre traducir puede tener restricciones a la lógica del proceso de planeación.
Uno de los desafíos prioritarios para un Gerente es conocer las capacidades y los recursos con los que cuenta, tanto los actuales sino los potenciales, que permitan la correcta reflexión sobre los caminos estratégicos más viables.
Esto significa que hay un trabajo dual, por una parte del artesano, que tiene un material sin forma alguna, pero tiene en su mente con claridad el objetivo a lograr (un producto o un servicio) y por la otra el componente racional determinado por la planeación estratégica que define los pasos, etapas o procesos que llevan a un resultado.
“Los gerentes son artesanos y la estrategia su arcilla”.
Por el contrario el pensamiento estratégico dentro de una empresa está orientado a la coordinación de mentes creativas dentro de una perspectiva común, que les permita avanzar hacia un futuro de manera satisfactoria, enfrentando cualquier situación que se les presente. Por eso deben prepararse y estar en condiciones de recibir muchos desafíos futuros, para convertirlos en oportunidades perfectamente articuladas.
Un adecuado pensamiento estratégico debe partir de la misión de la compañía, que a su vez proyecta una visión de futuro, incorporando valores basados en las variables de la realidad, en la mística y en la cultura organizacional. Esa última debe materializarse tácticamente mediante la información y los conocimientos que se poseen para articular diferentes opciones.
“si no sabes a donde vas, cualquier camino es favorable” Seneca
En escenarios actuales, marcados por el cambio y la transformación, las formas de pensar tradicionales basadas en la repetición histórica infieren que el futuro es más de lo mismo y caen abruptamente ante nuevas realidades. Si se pretende pensar tradicionalmente al encarar situaciones nuevas, atípicas y graves, se está cometiendo un error, pues se requerirá continuamente de creatividad, innovación, reflexión e imaginación para producir aprendizaje valioso de los resultados alcanzados y la capitalización de la experiencia en situaciones y escenarios similares.
El intento de crear estrategias a través de la planeación formal conduce a extrapolar las estrategias existentes o a copiar las estrategias de otros.
Y de manera totalmente contraria opera el pensamiento estratégico, pues éste produce esfuerzos notables por entender e interpretar el entorno, el escenario y el espacio donde la organización debe desarrollar su actividad, para así descubrir dónde están las necesidades y buscar de manera persistente cómo adaptar y aprovechar de forma creativa y original la mejor combinación de los recursos operativos, humanos y financieros para suplirlas.
Con esto no quiero disminuir el rol de los Gerentes que, obviamente, tienen participación en la elaboración y formulación de la estrategia, pero es fundamental que estimulen la necesidad de información y actúen como fogoneros para estimular a otros a que piensen estratégicamente.
Difícilmente el medio ambiente de una organización cambia de manera regular o sobre una base ordenada y rara vez se producen cambios dramáticos continuos. La clave es ir detectando las discontinuidades, turbulencias y situaciones particulares, que no tienen precedentes; y es en ese momento donde emerge la necesidad de ingeniar un pensamiento capaz de modelar la estrategia de una forma adecuada, sutil y exclusiva. El cambio permite y obliga a convivir con un pensamiento estratégico y su planeación, pues esta tiende a atrofiarse en los periodos de larga estabilidad.
La gestión estratégica puede detectar el perfil de necesidades y planificar las alternativas para satisfacerlas, es un camino que se recorre en conjunto con la visión y el compromiso. Por ello, los gerentes que tienen un pensamiento estratégico y que cuentan con un ambiente participativo y solidario, logran desarrollar mecanismos que identifican pautas emergentes y ayudan a tomar medidas concretas de implementación.
“El pensamiento estratégico es una de las principales competencias que se debe desarrollar, no solo a nivel profesional sino también en lo personal. El saber dónde estamos, para dónde queremos ir y cómo visualizamos el futuro”.
Tal como algunas flores aparecen inesperadamente en un jardín, así mismo aparecen estrategias que deben ser cosechadas inmediatamente, capitalizando el pensamiento espontáneo, creativo e innovador, es decir: estratégico, lo que realmente se llama: esa es una buena idea.
En conclusión, en el pensamiento estratégico hay una combinación de elementos complejos y de diversa procedencia que deben ser aprendidos, de tal manera que se invierta en el conocimiento y se logre transformar el pensamiento tradicional en pensamiento estratégico para la organización.
Tomado de: http://www.dinero.com/