¿Qué tienen en común una charla TED, una reunión del trabajo o el encuentro semestral con tu comunidad de vecinos?
Pues que en estas tres situaciones es vital que tomes conciencia de qué y cómo hablas en público. Es un momento para dejar huella, impresionar –para bien- y que la audiencia se quede con el mensaje que querías transmitir. Investiga, prepárate bien, ponte guapo y lánzate a la oratoria con los 10 imprescindibles para hablar en público.
1. ¿Te late el corazón más rápido? ¿Sudas? ¿Te falta el aire? ¡Perfecto!
Enhorabuena. Aprovéchalo. Normalmente interpretamos esos cambios físicos como señal de que no lidiamos bien con la presión. Pero, en realidad, nuestro cuerpo se está cargando de energía para afrontar el desafío. En un estudio realizado en la Universidad de Harvard enseñaron a los participantes a repensar el estrés como algo provechoso: al latir rápido, su corazón se estaba preparando para la acción y al respirar con más intensidad estaba llegando más oxígeno al cerebro. Los participantes que aprendieron a ver el estrés como una ayuda para su rendimiento estuvieron menos ansiosos y actuaron con más seguridad.
2. ¿Qué quieres que haga la gente?
Cuando hablas en público hablas siempre con una intención, no por tu cara bonita o porque a los que te escuchan les guste perder el tiempo. Pero la mayoría de las veces casi nunca nos planteamos qué queremos que haga la gente que nos está escuchando. Encontrar ese qué es fundamental para estructurar tu discurso. A veces se trata de que alguien aprenda a usar una nueva herramienta informática, pero otras veces la solución no es tan fácil. Siempre, siempre, siempre que hablas en público lo haces por una razón. Piénsala bien, escríbela en un post-it y no la pierdas nunca de vista mientras elaboras tu discurso.
3. Adopta una posición de poder.
Lo que hagas con tu cuerpo modela tu actitud. Tu postura corporal no sólo cambia la perspectiva que otros tienen de ti, sino que inmediatamente cambia la química de tu cuerpo y por tanto la manera en la que te sientes y las cosas que haces. Un reciente estudio ha demostrado que adoptando una posición de poder –ver imagen- durante tan sólo dos minutos, aumentamos los niveles de testosterona de nuestro cuerpo –la hormona masculina, la que incita al riesgo y la aventura- y disminuimos los de cortisol –la hormona del estrés-. Así que, antes de hablar en público –y mientras hablas en público también- coloca tu cuerpo en posición de poder, para sentirte más confiado y mejorar tus posibilidades de éxito.
Lenguaje corporal: diferencias entre la posición dominante y defensiva.
4. No temas que se acuerden de lo mal que lo hiciste.
No. Todos tenemos cosas más importantes en la cabeza que un pesado que viene a pegarnos el rollo. No se acordarán de lo mal que lo hiciste –a no ser que resbales y te abras la cabeza, claro-, sino que directamente te borrarán de su memoria, y eso es lo peor que te puede pasar.
5. Ven pensado de casa.
Nunca, nunca, nunca, se piensa en el escenario. Porque te bloquearás. Tienes que tener previstas todas las contingencias. Un director de orquesta pule antes de la actuación cada detalle de cada intérprete, de cada instrumento y de cada sonido, hasta que están perfectos. Napoleón dijo “todos creen que pienso con rapidez. Se equivocan. Siempre vengo pensado de antemano”. Y sí, es más trabajo, pero lo harás infinitamente mejor.
6. Revisa antes el lugar en el que vas a hablar
¿Te imaginas a un cirujano entrando en un quirófano para operar, con el paciente ya anestesiado, sin haber estado allí antes y saber dónde está el instrumental, a qué puede tener acceso y cuáles son los recursos de los que dispone? Si no sabes cómo es el sitio por dónde te vas a mover, si no sabes hacia dónde mirar, qué te vas a encontrar o cómo te vas a sentir en ese espacio, tendrás que utilizar una parte de tu atención para hacerlo mientras hablas. Y eso te restará capacidad de actuación.
7. Céntrate en lo importante.
No se trata de todo lo que puedes decir, no se trata de que vomites y vomites y vomites información –sí, todos sabemos que eres muy listo, sí-. De lo que se trata cuando hablas en público no es de quedar como una enciclopedia, sino de lo que tu interlocutor pueda retener. Y tu interlocutor –si de verdad haces que te escuche- puede retener dos o tres ideas en media hora. Así que centra tu discurso en máximo dos o tres pilares fundamentales, y pivota toda la charla sobre ellos. Si no, corres el riesgo de que la gente recuerde cosas triviales.
8. No digas nada que no haga a tu público mejor.
Ponte en el lugar de tu público. Imagina que eres tú el que está sentado frente al orador. Buff, qué aburrimiento, otro pesado que habla y al que tengo que escuchar. ¿No? ¿A que eso es lo que piensas tú muchas veces? Puedes cambiar esta dinámica negativa si te planteas, desde el inicio, algo fundamental: ¿qué gana la gente que te escucha pensando como tú? Tienes que ofrecerles algo que mejore lo que saben, lo que hacen o lo que sienten. Si lo encuentras, ganarás. Porque habrás sido útil para los que te escuchan. Y te recordarán.
9. Documéntate.
Sí, ya sabemos que eres muy listo –te lo he dicho varias veces- pero no defiendas nada que no estés en disposición de defender durante horas. Para contar, aunque sea poco, tienes que saber mucho, mucho, mucho.
10. Y ponte guapo.
Y no, no para gustar –aunque ese sea el efecto colateral-. Ponte guapo para hacerlo mejor. Igual que hemos visto con la postura corporal, la ropa –sentirnos bien con la ropa que llevamos- nos da seguridad. Ponte tu traje de guerra, y ¡sal a comerte el mundo!
Tomado de: https://blog.ferrovial.com/es