miércoles, 3 de mayo de 2017

NEO-CIUDADES: EL FIN DE LAS METRÓPOLIS

La escala de la ciudad define las relaciones humanas, la calidad de las relaciones humanas definen tu bienestar.

Una sociedad con alto nivel de bienestar, es una sociedad que sabe identificar, potenciar y aprovechar los talentos de sus ciudadanos. Por el contrario una sociedad con bajo nivel de bienestar propicia, la competencia, la segregación y el individualismo.

En la actualidad vivimos en un modelo basado en la acumulación, que ha demostrado ser extremadamente beneficioso para unos pocos, 8 billonarios del mundo tienen la mitad de la riqueza de la población mundial, y extremadamente complejo para muchos, 1 de cada 10 personas en el mundo vive con menos de $1,9 dólares al día.

El problema que vivimos no es de escasez, sino de distribución. Lo que ha generado una segregación social sin precedentes en una continua tendencia al alza.

La acumulación ha propiciado la migración en masa a las grandes ciudades. En 1950 el 30% de la población era urbana, en 2014, ascendió al 54% y se estima que para el 2050 esta cifra será de un 66%. El problema no es la migración a las ciudades sino la creación de ghettos, de “mejores universidades”; “mejor cultura”; “mejores oportunidades laborales”; “mejores centros de salud”; “mayor conectividad", donde hay una carrera en la que todos luchan por pertenecer, como si no hubiese espacio para todos. Es nuevamente la óptica de la competencia sobre la colaboración, en un sistema de acumulación que se auto-protege como el ideal.

La incorporación de 3,3 billones de personas para mediados de este siglo requiere de un cambio de paradigma, que comienza con una reflexión sobre cómo queremos vivir, no desde una óptica individual sino colectiva. ¿Qué nos brindará mejor calidad de vida en conjunto?, ¿Qué y cuántos medios de transportes soporta la ciudad? ¿De dónde procede y qué calidad tiene la alimentación? ¿Dónde estamos acumulando los residuos que generamos? Observar a la ciudad desde una óptica social-demográfica, inteligente y autosuficiente.

El tamaño parece ser el primer atributo de esta transición; solo 3 de las 10 ciudades con mejor calidad de vida del mundo superan el millón de habitantes, Auckland en Nueva Zelanda, Munich, en Alemania, y Sidney en Australia. Esto nos invita a reflexionar en la necesidad de un tamaño y una cantidad de población que nos permitan sentirnos en un espacio urbano de confort, incorporando las necesidades del medio ambiente, con un tejido social que propicie el progreso armonioso, y un ritmo de vida que nos permita disfrutar del tiempo más allá del que se invierte en desplazamientos.


Lo que veremos son Neo-Ciudades que no superarán los 500.000 habitantes y donde se pondrá el bienestar del habitar como el principal objetivo, considerando todas las necesidades del ser humano: vivienda, alimentación, transporte, y el propio talento a disposición de una nueva estructura fundada, en consciencia con el medio ambiente y conectada con el mundo.

Pero todo esto no ocurrirá si seguimos pensando en términos individuales de progreso, pues requiere un cambio de paradigma que desaprenda “el camino correcto” imperante en la actualidad y reinterprete la esencia del ser humano como ser social, y su convivencia con el resto. Cómo diría el Dr. Humberto Maturana, no nos perdamos en la búsqueda de la razón, preocupémonos de la convivencia.

Tomado de: https://www.weforum.org/

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